Los delfines tiene un cuerpo fusiforme, adaptado a la natación rápida. La cabeza contiene el melón, un órgano esférico que utilizan para la ecolocalización. En varias especies las mandíbulas se alargan, formando un pico distintivo. Los dientes pueden ser muy numerosos (más de 250) en varias especies. El cerebro del delfín es grande, y tiene un córtex muy estructurado, lo que a menudo lleva a la discusión sobre su inteligencia (además de su capacidad de desconectar temporalmente un hemisferio, haciendo que el otro vigile por si hay enemigos). Los dientes están organizados de manera que actúan como una pantalla focalizada en los sonidos, facilitando la localización exacta de un objeto. Los patrones básicos de coloración de la piel son tonos de gris, con mayor claridad en el vientre y rangos más oscuros en el lomo. A menudo se combina con líneas y manchas de diferente tinte y contraste.
De todos los animales acuáticos que habitan en los acuarios de zoos, safaris etc., el que sin duda mejor se ha adaptado a la vida en cautiverio es el delfín. Animal fuerte y ágil, dotado de gran inteligencia, los delfines conquistan las simpatías de los espectadores con sus fantásticas piruetas y su carácter simpático y juguetón.
En libertad, los delfines se agrupan formando manadas, a veces de más de cien individuos, que acompañan a las grandes corrientes y constituyen con sus saltos un motivo de diversión para los pasajeros de barcos y cruceros. El delfín tiene una forma de nadar característica, saltando y hundiéndose rítmicamente en el agua como si cabalgara en las olas. Esto se debe a que por ser mamífero, necesita subir a la superficie para respirar, cosa que hace cada vez que asoma la cabeza
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